
Que buena suerte. Que mala suerte… La diferencia
Llamamos buena suerte a aquellas situaciones positivas que nos sobrevienen de forma sorpresiva sin -aparentemente- ninguna relación con nuestros actos. Decimos que hemos tenido mala suerte cuando sucede lo mismo pero con un resultado desagradable.
Pero… ¿De qué sirve etiquetar los sucesos sorpresivos de esta manera? Realmente sirve de muy poco, pues asimilamos el pensamiento inquietante de estar sometidos a carambolas de una vida imprevisible e indomable que tiene en cuenta – como si de un ente psicópata se tratara- cómo nos va a afectar el resultado. Dicho de otro modo, pareciera que estamos a merced de “algo” o “alguien” que nos juega buenas o malas pasadas.
Por supuesto que la vida es imprevisible. La vida es demasiado grande para ser controlada desde la limitada mente humana -afortunadamente- y es necesario asumir esta verdad, pero tratando de no sumergirnos en la emoción negativa que esto puede generar. La vida son experiencias, circunstancias, situaciones… -realidades en definitiva- que se desarrollan en nuestra vida y de las que formamos parte. Y en este “formar parte” se encuentra lo realmente sustancioso del asunto.
Reflexionando más a fondo
Leí en algún lugar que la vida es un 10% lo que te pasa y un 90% lo que haces con lo que te pasa. Hace años escuche una frase en este sentido en tono coloquial, pero que removió mis cimientos -para bien-: “No es lo que pasa, es cómo te lo tomas”. Esta forma de ver la realidad cambiante e impresible nos coloca en un lugar de acción fuera de la parálisis victimista que devalúa nuestras amplísimas capacidades. Ejemplo extraordinario de un precursor de este pensamiento fue el psiquiatra Victor Frankl, quien fue preso judío en campos de concentración -la peor de las “suertes”- y que sin embargo, no solo sobrevivió -la mejor de las “suertes”- sino que indagó en profundidad desde esa trascendental experiencia, buscando el propósito de vivir, sean cuales sean las situaciones que experimentemos, y cuyas conclusiones quedaron recogidas en el magistral libro “El hombre en busca de sentido” cuya lectura recomendamos.
Desde el paradigma de la Numerología Pitagórica, los sucesos de vida son experiencias necesarias que debemos transitar para nuestra evolución álmica, llevando este “sentido de la vida” todavía más allá, al contemplar la trascendencia espiritual del ser humano.
Desde ese nuevo lugar filosófico, la pregunta estéril ¿Por qué me ha pasado esto a mi?, formulada ante el sufrimiento inherente de estar vivos, da paso a la pregunta ¿Para qué estoy experimentando esto?. Una mirada de enfoque mucho más abierto que nos coloca en un lugar resiliente y fecundo. La numerología puede arrojar información muy valiosa sobre tu personalidad, tu propósito de vida y la forma en la cual te relacionas con los demás. ¿Quieres saber más? Lee más sobre numerología aquí.
