
Relaciones Kármicas. Cómo reconocerlas
Actualmente, en el contexto del crecimiento a través de la revisión de vidas pasadas, aparecen algunos términos que clasifican los vínculos con otras almas que se encuentran vida tras vida.
Uno de esos términos es relación Kármica o vínculo Kármico y, desde mi experiencia como terapeuta de Regresiones y mi vivencia personal a través de esta terapia, quisiera hoy explicar el porqué y para qué de estos encuentros continuos y cómo se viven en la vida actual.
Lo primero que deseo hacer en este artículo es quitarle la carga negativa y sobre todo estéril que se ha volcado sobre este término.
Es decir, empezaré por decir qué NO es una relación kármica:
- No es un castigo por algo que hiciste o “le” hiciste, No es algo de lo que no podamos “escapar”, No sólo se da en la pareja.
Un vínculo Kármico se da con Almas con las que coincidimos a lo largo de muchas vidas viviendo desafíos relacionales. Desde nuestro ego, nuestros dolores internos inconsciente, nuestras personalidad, las huellas de nuestras experiencias, etc. en ocasiones, creamos dolor a otros, y otros nos crean dolor a nosotros.
En el caso de los vínculos kármicos, con esa alma en concreto, nos encontramos en muchas vidas relacionándonos de esos patrones erróneos, por tanto, en cada vida que nos encontramos la persona que supone un vínculo kármico para nosotros (y nosotros para ellos, no lo olvidemos) va a funcionar como un disparador de todos esos patrones y dolores internos inconscientes que debemos sanar y trascender.

Desde este punto de vista un vínculo kármico es el gran catalizador de nuestro crecimiento espiritual. Podemos asumir el reto o solo sufrirlo. Un vínculo kármico puede darse en la pareja pero también en la familia. Relaciones con nuestros padres o nuestros propios hijos pueden ser kármicas.
Puedo por ejemplo vivir el abandono de uno de mis progenitores y ver cómo en otra vida fui yo el que le abandoné a él. En un contexto terapéutico puedo ver mis razones en esa vida para actuar así y desde ahí, comprender las suyas (que no justificarlas) ayudándome a superar el trauma y cortando por fín el lazo kármico.
Puedo sufrir la tiranía de mi hijo y ver cómo llevamos vidas de relación similar, porque lo que viene a enseñarme es a identificar mi propia valía o como yo le llamo “mi línea de la dignidad”, y el ciclo kármico con ese alma no finalizará hasta que no lo aprenda.
En caso de darse en la pareja los desafíos son profundos y hay una sensación de “ni contigo, ni sin ti” o “No puedo dejar de amarte y sin embargo, te odio también por lo que haces o lo que no haces…”. Se tiende a creer además que solo es necesario que la otra persona cambie para que todo se solucione, viéndonos como víctimas sin poder alguno.

En estos vínculos se da una intensa emocional que es además muy variable y dinámicas realmente tóxicas por ambas partes que conviene identificar mediante una terapia adecuada. Esto nos permitirá salir por fin de ese círculo vicioso que nos atrapa y no nos permite vivir en calma y paz interior y mucho menos, en plenitud.
En conclusión, un vínculo kármico es dificultoso de vivir y sin embargo es un camino de crecimiento realmente beneficioso si tenemos la valentía de recorrerlo.
Por mi experiencia en terapia además, os diré que es el primero que debemos asumir si queremos vivir en plenitud y felicidad. Podemos ir a terapia por cualquier motivo, pero si hay una relación kármica en nuestra vida, de seguro emergerá como semilla o causa, o será la sanación previa necesaria. Así de importante es asumir el aprendizaje inherente a esa relación. Por último, te recomendamos descubrir que son las Almas Afines, las almas gemelas y las llamas gemelas junto con la gran importancia que estas tienen en nuestra vida.